lunes, febrero 22


Nubes

Llueve compulsivamente. Como si las nubes tuvieran ansiedad y angustia. Seguramente estén al borde de la depresión. Yo sólo sé que se levantan a veces con la estrella del alba y otras les llega el mediodia en la cama; luego empiezan a deambular por esos pasillos babilónicos que tiene el cielo. Aparcan los platos sucios, dejan de poner la lavadora, no tienen leche para el desayuno ni naranjas para el zumo. Pierden los ojos recordando los vientos de otras tierras, las luces de otros campos. Se olvidan de lo que es el olvido. Y entonces comienza la taquicardia y a las nubes se les acelera el corazón y el cuerpo de nube se les ahoga en un sudor frío. El estómago se les sale por la boca y un dolor denso les oprime las sienes. Sólo la lluvia compulsiva trae, a veces, la calma.

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