domingo, enero 17

Hay cicatrices...y cicatrices de pirata. Yo quiero escribir sobre las cicatrices de pirata. Las que se suturan con hilo de bramante. Las que restañan al socaire del viento marino. Las que se curten con el sol y con la lluvia. Las cicatrices de pirata no se ocultan. Se aceptan. No tienen número ni remedios paliativos. Ni siquiera guardan la fecha ni el nombre de la batalla. Las cicatrices de pirata nos enseñan a levantar un palmo más la cabeza, a tirar los hombros hacia atrás, en fin, a andar erguidos. Yo os diría que es como el swing: una manera de entender la vida; una marca de la casa que hace que todos los piratas nos reconozcamos en cualquier mar, bajo cualquier cielo. La cicatriz de pirata pica cuando cambia el tiempo o el viento. Y nada más.
Los buenos piratas no se hacen en mares en calma. Los buenos piratas esperan el tornado, la tempestad con el miedo en los ojos. Y no pasa nada. Es lo más normal: la vida también se puede vivir con miedo; es necesario para que la soberbia no nos convierta en criaturas vulnerables. Sólo hay que aceptar lo que nos asusta y así podremos dar un paso temeroso, despacio. Suturar y restañar cada cicatriz de pirata.
(Dedicado a mi sicólogo. Hay mil maneras de explicar la vida. Las metáforas tambien sirven)

Victoria (Valdepeñas, enero 2010)

4 comentarios:

  1. Y tanto. Yo no lo habría sabido explicar mejor. :)

    ResponderEliminar
  2. Gracias, pirata. Y aquí estamos, chapoteando (queda mejor navegando) en este proceloso mar.

    ResponderEliminar
  3. hola victoria, pues aquí una nueva pirata que bucea por tu blog. Me encanta este post... al miedo hay que aceptarlo, mirarlo a los ojos, retarlo y ganarle la batalla.

    Al abordajeeeeee

    Abracitos salinos

    ResponderEliminar
  4. Qué texto tan sentido. Precioso, llega al alma. Gracias por compartir.

    ResponderEliminar